dimecres, 2 de juny del 2010

Filosofia al carrer

Sócrates en Saint-Émilion
No es un congreso de filosofía, sino el teatro de una reflexión compartida
La cultura francesa es genial para convertirlo todo en fiesta. Empezaron con ese invento de la Nuit Blanche, que ahora se expande con gran éxito por todo el continente. Y este fin de semana, en la ciudad medieval de Saint-Émilion, cerca de Burdeos, ha tenido lugar la cuarta edición del Festival Philosophia, una fiesta de la filosofía que celebra el placer de aprender y comprender, convirtiendo la ciudad en una inmensa ágora en la que cada cual, independientemente de su formación y de su edad (el evento invita a cualquiera a partir de siete años), puede encontrar diferentes temas para la reflexión y el descubrimiento. "Un formato –anunciaba su portal web– conscientemente festivo para suscitar la curiosidad y sensibilizar por la filosofía a todos los públicos". Se trata de la cuarta edición y, por lo que cuentan, ha vuelto a ser un éxito. Conferencias, encuentros, talleres y debates. Con filósofos, claro, pero también con científicos, arquitectos, juristas, antropólogos, geógrafos o artistas. Vaya, un festín.
Este año el tema era la imaginación, entendida como la facultad para representar un objeto ausente. Y se anunciaban relaciones entre la imaginación y la ciencia o (a cargo de Semprún) entre la imaginación y la barbarie. La primera edición tenía por lema Filosofad en libertad; la segunda, La felicidad, y la tercera, El mundo. De 1.500 participantes en el primer año se pasó, a falta de datos sobre esta última convocatoria, a 4.500 el año pasado. No es un congreso de filosofía, sino el teatro de una reflexión compartida y el espacio para una educación popular y participativa: pero que nadie se confunda, la propuesta es de gama alta. Y, con todo, la gente participa entusiasta: a pesar de la lluvia, estaba lleno hasta el claustro de la iglesia colegial. En esta convocatoria, una de las cuestiones más estimulantes tenía que ver con la pregunta sobre de qué sirve filosofar con niños. No es extraño en un país donde las ediciones Milan han puesto en circulación con éxito, en los últimos años, más de treinta títulos filosóficos para lectores a partir de siete años, con títulos como La sonrisa y las lágrimas, El amor y la amistad o La memoria y el olvido.

Iniciativas como estas, en Francia, no son extrañas. Fue precisamente en París donde surgió, hacia 1992, en el Café des Phares de la plaza de la Bastilla, el fenómeno del café philo, que también pronto se convertiría en un formato expandido. A diferencia de como lo presentaron en su momento algunas caricaturas, no se trataba de una tertulia gratuita e improvisada de café, sino, más bien, de una discusión planificada y organizada con un tema bien preciso, un desarrollo pautado y un animador capaz de abrir complejidades sin renunciar a la comunicación inclusiva, no excluyente.

Quizás de eso de trate: de provocar el placer de preguntar y de invitar al atrevimiento de probar con las respuestas.
(Publicat a la Vanguardia el dia 2 de juny de 2010)